martes, 3 de octubre de 2017

Micro-Microcuento #49

Solo recordaba haberme despedido de Elise justo antes de dormirme y una sensación como de entrar dentro de un agujero negro, una atracción que te engullía y de la que no podías escapar, se supone que me muevo en una dimensión a la velocidad de la luz y dentro de ella las matemáticas predicen el efecto cono, el punto de destino siempre es más pequeño con respecto al origen.
Para todo ello habíamos probado miles de simulaciones desde las que conseguimos estipular en que punto se sincronizaban sin importar el origen temporal, las ecuaciones diferenciales de las coordenadas habían quedado cuadradas con respecto al satélite receptor y se suponía que la conexión era perfecta.

Aún así y sin quererlo terminé conectando con una amplitud de onda en el que no debería estar, podía seguir comunicándome con Elise, pero los datos que se generaban no tenían sentido alguno, me había movido en el tiempo no en distancia, lo que me recordaba al efecto tirachinas y que igual me había movido más rápido que la velocidad de la luz...

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